domingo, 21 de junio de 2015

GRITAR PARA QUEDAR A SALVO... E INCÓLUME


Una vez llegó un profeta a una ciudad con el fin de convertir a sus habitantes. Al principio la gente le escuchaba cuando hablaba, pero poco a poco se fueron apartando, hasta que no hubo nadie que escuchara, las palabras del profeta. 

Cierto día, un viajante le dijo al profeta: «¿Por qué sigues predicando? ¿No ves que tu misión es imposible?». Y el profeta le respondió: «Al principio tenía la esperanza de poder cambiarlos. 

Pero si ahora sigo gritando es únicamente para que no me cambien ellos a mí». 

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