Cuando, cada tarde, se sentaba
el gurú para las prácticas del culto, siempre andaba por allí el gato
del ashram distrayendo a los fieles. De manera que ordenó el gurú que
ataran al gato durante el culto de la tarde.
Mucho después de haber muerto el gurú, seguían atando al gato
durante el referido culto. Y cuando el gato murió, llevaron otro gato al
ashram para poder atarlo durante el culto vespertino.
Siglos más tarde, los discípulos del gurú escribieron doctos
tratados acerca del importante papel que desempeña el gato en la
realización del culto como es debido.
Cuantos gatos tendremos cada uno en nuestra vida.
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